“La mejor manera de conocerme es viendo mis películas»
Entrevista realizada por Mayte Madruga Hernández
Al momento de realizar esta entrevista Matías Bize, se encontraba en la post producción de la que será el filme En tu piel.
La película, producción dominicana, “nació como un remake de En la cama. Recibí la invitación de dos productores dominicanos: Elsa Turull de Alma y Humberto “Che” Castellanos, quienes me ofrecieron hacer un remake de En la cama y yo les propuse hacer una nueva película, inspirada en ella. Así hicimos algo que tiene el espíritu de En la cama pero es un nuevo filme. Los personajes están interpretados por Eva Arias y Josué Guerrero.”
Bize, quien ha destacado por sus historias íntimas se reconoce parte de una generación de cineastas chilenos a lo que los distingue la variedad de estéticas.
Has dicho que te gusta trabajar con escenas largas, pues eso le daba la oportunidad al actor de sentirse cómodo, ¿pero cuánto llevan de ensayo estas escenas para lograr esa comodidad?
En general a mí me gusta elaborar una película como si fuera una obra de teatro. Con muchísimo ensayo, con muchísima preparación. En esos ensayos más que buscar un resultado, se trata de descubrir cosas, o sea, darles la libertad a los actores, para que juntos podamos explorar, descubrir, y afrontar nuevas miradas y cosas que se nos aparezcan.
En este proceso la película va apareciendo. Es algo muy loco porque si bien es un guion—que en general en mis películas se respeta un 99% el guion— si aparece “un algo” que no estaba en el mismo. Esto se descubre, primero con los ensayos, y luego ya con el rodaje.
Las escenas largas, tienen que ver con darle el tiempo y proponerle al actor un espacio creativo en el que esté cómodo y se pueda desarrollar. Luego yo voy a cortar esa escena, elegir el mejor momento, no necesariamente va a ser la escena completa, pero si me gusta que ellos tengan el tiempo para sentirla y para vivirla. Con este tipo de escenas siento que así se puede llegar a una intimidad que ellos la agradecen.
¿Este proceso del que hablas, cómo ha funcionado con Blanca Llewin, quien ha trabajado varias veces contigo?
Blanca y yo somos dos personas obsesivas con el trabajo. Nos gusta mucho ensayar, trabajar y por eso nos llevamos muy bien. Por ejemplo En la cama fue una película que ensayamos muchísimo, íbamos al set ensayábamos las escenas, yo las grababa en video luego las editaba y se volvía al ensayo y ahí se iba descubriendo todo esto.
Blanca y yo fuimos creciendo juntos. Empecé a trabajar con ellas en mis cortometrajes de la escuela de cine, luego hicimos Sábado(2003), mi primera película, luego En la cama(2005), después La vida de los peces (2010), y en esos trabajos nos fuimos conociendo y relacionándonos en un proceso aún más profundo siento yo.
¿Qué rol juega la edición en filmes como tu ópera prima, o en Lo bueno de llorar (2007)?
La edición para mi es fundamental. Es un proceso que disfruto mucho. En mi primera película al ser un plano secuencia no tiene edición. Pero si hay un tipo de edición que viene implícita desde la actuación, desde la cámara y ahí se va montando el plano. Blanca prácticamente es la que va editando la película. Nosotros conversamos mucho antes de grabar, pues ella tenía que llevar el ritmo del filme. Era la actriz protagónica, pero también cumplía un poco el rol de editora, haciendo que la película avanzara y con Gabriel Díaz que es el camarógrafo, director de fotografía y actor también. Gabriel también cumplía su rol de director de fotografía, de ir a un primer plano cuando lo necesitábamos; de montar también, de cambiar al otro personaje, de volver. Teníamos varios roles en uno. Fue un proceso muy interesante.
Con En la cama, si hay un proceso más convencional, de grabar mucho, de elegir el material. Le pongo mucho cuidado a este proceso. Le doy mucho tiempo a la edición. Me gustan mucho los detalles. En mis películas los diálogos son importante, pero también los silencios, los cuales se construyen en edición. Es un proceso muy enriquecedor.
En Lo bueno de llorar hay una mirada respetuosa y significativa hacia la ciudad en equilibrio con la historia que es totalmente universal. Dado que es tu primera película rodada en el extranjero, ¿cómo se fue dando este proceso?
Era mi primera vez rodado fuera de mi país y en Barcelona, que es una ciudad maravillosa, que impacta. Pero mi principal desafío era tener cuidado con esa admiración del lugar; y tener cuidado con el ojo del turista. Era muy fácil rodar en La sagrada familia; rodar las Ramblas. Pero lo que quisimos hacer fue mostrar la Barcelona más real, la que viven los personajes, la que caminan por el Raval[1], por la Bonne[2], que van en el metro. Para esto me ayudó mucho la gente del equipo de Barcelona. Hicimos un trabajo de locaciones muy cuidado. Porque la ciudad era el tercer personaje y lo queríamos mostrar muy real. Es un apareja que termina su relación en Barcelona, el lugar era vital en la película, pero también había que evitar en el filme el Barcelona turístico.
Por ejemplo a mí me encantaría filmar en La Habana, es una ciudad maravillosa, pero siento que habría que tener el mismo cuidado, de no impactarse como lo haría un turista. Habría que darle una segunda vuelta a eso y ver cómo serían estos personajes. Habría que ver por dónde caminan, no es la primera caminata que a uno se le ocurre. Cuál calle, qué esquina elijo… Y ese fue el trabajo que hicimos con Lo bueno…
Has dicho que te interesa contar historias íntimas, cercanas a ti. Lo cual me lleva a una premisa del feminismo que dice que lo personal es político. ¿Podría decirse que tú también lo ves así a través de tus películas?
Absolutamente. Lo personal es político, lo que uno siente. Finalmente el discurso de uno como individuo viene en el filme. Muchas veces la película es la que se defiende, la que habla. Para mí la mejor manera de conocerme es viendo mis películas. Uno las ve, y ahí estoy yo. Está mi mirada, mi visión del mundo. Mi visión política. Está también cómo intento o quiero mejorar el mundo, planteando una reflexión, una duda, generándole al espectador no una respuesta, sino una pregunta; para que al final de la película se lleve eso, lo piense, vuelva a reflexionar sobre su vida.
Mi gran desafío como cineasta es que la película perdure en el espectador. Que cualquier película mía no sea solo una hora y media de disfrute, de emoción, sino que trascienda la pantalla y genere una reflexión.
¿Sería correcto también decir que los temas musicales que seleccionas para cada filme forman parte de ese discurso del que hablas?
Me interesa mucho el trabajo con la música. He tenido la suerte de colaborar con Diego Fontecilla, quien hace la música incidental, que es mi hermano, y también hace una lectura desde el guion. Él comienza a trabajar la música desde el guion mismo. El guion inspira a la música, pero también la música inspira al guion. La música inspira la actuación muchas veces. En La vida de los peces, recuerdo haber tenido la música en el set. Se la ponía a los actores. La música me va generando algo que me ayuda muchísimo.
También he tenido la suerte de colaborar con Inverness, que es una banda muy cercana a mi estética, a mi gusto. En ese sentido opino que la música de ellos dialoga muy bien con la de Fontecilla y con mi cine. Hemos tenido la suerte de que todas mi películas tengan banda sonora que está disponible en Internet, que se puede descargar, porque creemos que la música no solo funciona en mis filmes sino que también se ha creado una música que trasciende la película y eso nos tiene muy orgullosos.
La publicidad es parte del mundo moderno, también llega hasta tus películas, ¿cómo has trabajado con ella?
En La memoria del agua aparece Puma, por ejemplo, pero es que yo trabajé con ellos mucho tiempo, ellos me auspiciaron a mí personalmente. Este es un tema que cuido mucho. En Chile muchas veces se hace cine con productos. Esto también se ve en Lo bueno de llorar, que era una pareja que ambos utilizan tenis Adidas, nos pareció algo casual, que podría funcionar. Pero esto a veces puede sacar a una película de su sentido. Pero también hay que sacarle provecho cuando se pueda. Cuando ayuda a la producción es un tema interesante.
En Chile este es un aspecto que casi no funciona para este tipo de películas que hago. Filmes comerciales si, uno ve los productos que aparecen y a mí me termina alejando de las películas.
A partir de la creación de la Escuela de Cine en Chile, ¿te consideras parte de una generación de cineastas chilenos?
Siento que hay un buen momento del cine chileno. Al principio del milenio aparecieron las escuelas de cine. Soy egresado de la primera escuela de cine post-dictadura. Ahora hay muchas escuelas de cine pero a partir del 2000 siento que nació una generación muy interesante de cineastas jóvenes, que no todos viene de escuelas, pero que están haciendo películas muy personales, digo muy personales, pues cada uno tiene sus temas, su autoría. Eso me parece muy interesante porque no hay un solo tipo de cine chileno. Puedo estar yo, pero está Pablo Larraín con una estética diferente por otro lado, está Sebastián Lelio, Sebastián Silva, entro otros. Lo interesante es que somos autores.
En ese sentido me considero parte del cine chileno, pero también de un cine latinoamericano. Siento que tengo mucho que ver con lo que se hace en Uruguay, en Argentina, con algunas cosas que he visto en Perú, incluso en Bolivia, en México. Siendo distintos todos.
Mis películas son chilenas, claro, pero tal vez no sean las que un extranjero esperaría de un cine chileno. Y eso me parece bien, pues siempre intento hacer un filme súper particular, una historia de personajes en Chile, pero que termine siendo universal.
¿Crees que los premios que has obtenido con tus filmes te han posibilitado seguir produciendo otros, o los ves solo como coyunturas para promover las películas?
A mí me han ayudado muchísimo porque son premios que me han permitido seguir filmando. Desde mi primera película, que era un filme independiente, fuera de toda norma, gracias a lo bien que le fue al ganar el premio Fassbinder en Alemania, pude hacer En la cama, como una co-producción con Alemania.
Los premios tienen algo de perverso. Por un lado porque todas las películas deberían ganar premios. Quién puede decir que una película es mejor que otra. A mí me cuando me toca estar en jurados, es absolutamente complicado tener que decidir cuál película es mejor que otra. Pero por otro lado ayudan, a mí me han permitido filmar en España. Creo que son reconocimientos no solo del momento para promocionar una película sino que te dan una credibilidad en el tiempo. Ayudan muchísimo no solo a la carrera de la película sino a la carrera del autor.
Se habla actualmente en Chile desde algunos eventos cinematográficos, del interés en formar un espectador que consuma cine nacional. ¿Cuál es tu opinión respecto al tema?
En Chile hay un público mucho menos culto que en Cuba, por ejemplo. No solo hablo de que quieran ver cine chileno, sino de que quieran ver cine de calidad. Necesitan ser educados en este sentido, también que vean directores de cine independiente. Que tengan una búsqueda. Es muy difícil ir a una sala de cine comercial en Chile actualmente, porque ya las películas que llegan no son buenas y falta mucho público.
Estoy absolutamente de acuerdo con que falta una formación de audiencia crítica, que necesite ver no solo un cine chileno de calidad sino de todo el mundo. No quiero defender el cine chileno en Chile solo porque sea del país, defiendo el cine de calidad. Si hay una buena película cubana debiera estar en Chile; si hay una buena película francesa debiera estar en Chile.
[1] El Raval es un barrio de Barcelona, ubicado en el distrito de Ciutat Vella, nacido de la ampliación de las murallas medievales de la ciudad.
[2] Centro cultural en Barcelona.
Jesse Cox
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Amber Webb
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